InakiLancelot
  Vivir es facil con los ojos cerrados
 

UNA SOCIEDAD QUE DESPERTÓ

«Vivir es fácil con los ojos cerrados»

Director: David Trueba

Intérpretes: Javier Cámara, Francesc Colomer, Natalia de Molina, Ramón Fontseré, Jorge Sanz

Estreno 31 de octubre de 2013

S. O. Festival de San Sebastián

 

 «Vivir es fácil con los ojos cerrados» rezuma lirismo en su viaje a una España felizmente pasada.

 

Relajadamente, transmite la agradable melancolía con la que se recuerdan las buenas personas, la perplejidad adolescente, la comida compartida, una melodía y el impulso rebelde por crecer libremente.

 

Situada en los campos de Níjar a los que cantó Juan Goytisolo, la acción fluye ligera alrededor de la figura de un hombre tan generoso como feúcho, tan anodino como saleroso, tan acomodado como capaz de discernir la injusticia. Machadiano y amante de la lectura de Antonio Machado. Un maestro desparejado que refleja en sí mismo una era henchida de bonhomía. Al tiempo que conformista, cándida y temerosa.

 

David Trueba dirige esta su sexta película, recuperando su primoroso interés por la edad del porvenir. Aquella que mostró en su ópera prima «La buena vida», su mejor cine hasta la fecha, y a la que por fin supera.

 

Junto al personaje central, dos niños que dejan de serlo. Encorsetados entre normas sociales, numerosos hermanos y progenitores de guía violenta. Y cuyo despertar anuncia el de toda una sociedad.

 

Como protagonista, la elección sabia de Javier Cámara, tan capaz de encarnar ingenio y placidez sumisa, penas y alegrías, en un solo personaje repleto de matices. Que representa la salvación a través de la cultura y el aprendizaje. Que existía otro mundo posible. Y que llegó.

 

Entre los secundarios, Ramón Fontseré recrea una suerte de marinero anclado en tierra. Un entrañable progenitor, vitalista y abnegado, capaz de la mayor entrega.

 

De fondo, la belleza del mar de Almería. Y sobresaliendo, una fantástica banda sonora interpretada por Pat Metheny. De la que brota un himno surgido de la nostalgia de ser un niño que sintió John Lennon en plena crisis preludio de su gran paso adelante. Tras el cual vendrían, otro tipo de armonías, letras más personales y surrealistas: «Strawberry fields forever». Unos Beatles admirados como símbolo del progreso que superaba la moral anterior.

 

David Trueba ha incluido vivencias experimentadas en carne propia u hechos observados muy de cerca. Sólo así puede lograrse tal cariño por los personajes, tal fidelidad a una realidad nunca maniquea.

 

A través del elogio de lo inútil, de aquello que no es práctico, de la afición exenta de pretensiones, ha construido un cuadro tierno y agridulce. Una obra que, en su sencillez, es absolutamente conmovedora.

 

Inaki Lancelot

 

 
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