InakiLancelot
  Silence
 

UN INQUISIDOR BRILLANTE, UN JUDAS FALAZ

«
Silence»
Director: Martin Scorsese
Nacionalidad: EEUU
Intérpretes: Andrew Garfield, Liam Neeson, Adam Driver, Tadanobu Asano, Issei Ogata
Estreno: 6/1/17

 

Las casi tres horas de este metraje contienen dos partes diferenciadas. En la primera observamos la llegada en pleno siglo XVII de dos jesuitas infiltrados en un Japón que sofoca los últimos rescoldos del cristianismo en el archipiélago. La recreación de la época es brillante: la humedad persistente, la dificultad de las comunicaciones y el transporte, … así como el sufrimiento de la población y sus condiciones de vida.

Una conclusión a la vista de lo relatado podría ser que la vida del momento era fea de ser experimentada. Y aquellos devotos sentían en lo relacionado con la muerte, apenas un cierto temor al momento del tránsito. Mitad por el mero instinto de supervivencia y mitad por los sufrimientos de los que serían víctimas en caso ser descubiertos.

En la segunda mitad, el objetivo se centra en el proceso inquisitorial soportado por el personaje central. Se incluyen muchas escenas discursivas y de intención trascendente. Frente al inicial, este segmento palidece, pues el ritmo decae excesivamente. Ello permite, sin embargo, que despunte el fantástico sentido del humor del inquisidor japonés, negro en ocasiones y siempre profundamente desapasionado y pragmático. En mi opinión, lo mejor de la película.

Aunque contenido, Scorsese deja detalles de su atracción hacia la violencia escatológica, con picoteo de alguna escena escabrosa que, sin embargo, no cuaja en la lógica interna del relato, por la alternancia de comportamiento de sus personajes. Si quería denunciar la brutalidad del opresor, ha quedado a años luz del impacto emocional que causara aquella impresionante «Sorgo rojo», también relacionada con Japón, por cierto.

Parece que el director estadounidense, desea no tomar partido. Lo logra claramente con el “malo”, que es un personaje repleto de matices. Pragmático, irónico, inteligente y, uno quisiera decir tolerante, si no fuera porque sus actos lo niegan.

Respecto a los jesuitas, desde cuyo punto de vista observamos los hechos, refleja tanto su valerosidad y fidelidad a sus creencias, como sus razonables dudas. De hecho, la película incita a la discusión crítica respecto a varios temas. Como la ambivalencia de comportamiento de los padres, tolerantes para perdonar al fiel, inflexibles frente a los principios de otras religiones. Como la afirmación innegociable de que sólo la propia es la religión verdadera. Como la identificación que se hace entre el convencimiento y lo que más bien parece empecinamiento.

Finalmente, el personaje del Judas es, en mi opinión, un auténtico resbalón del guión. Sus apariciones terminan resultando involuntariamente cómicas a fuerza de increíbles, profundizando en la creación de ese personaje que no muere nunca aunque le caiga encima una tonelada y cuyas apariciones repentinas en escena, trufadas a lo largo de la acción, se justifican siempre en el mero azar. No es, no obstante, tan grave como ese ahogado que se suicida tomando la decisión de dejar de respirar.

En definitiva, un film abundante en medios, interesante y con la actuación sobresaliente de Issei Ogata.

 
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