InakiLancelot
  Leviatán
 

CRECIMIENTO CRÍTICO DEL DESPOJO

«Leviatán»
Director: Andrey Zvyagintsev
Nacionalidad: Rusia
Intérpretes: Aleksei Serebryakov, Elena Lyadova, Vladimir Vdovichenkov, Roman Madyanov, Sergey Pokhodaev, Anna Ukolova, Alexéi Rozin.
Estreno: 1 de enero de 2015.

La tradición judaica conminaba a impedir que el leviatán, ese terrible monstruo marino, procreara. Pues en tal caso su pareja sería la reencarnación de la serpiente de Adán y Eva. Y entonces nada se le interpondría en la destrucción del mundo de los honestos.

En una playa del mar de Barents relumbra el esqueleto níveo de una ¿ballena? varada. Allí vive plácidamente la familia de Kolya, generación tras generación, en un lugar de belleza extrema.

El leviatán encontró descendencia y se halla ahora encarnado en la figura de un temible oligarca, alcalde de la población más cercana a la casa del protagonista, enfebrecido por la codicia inmobiliaria, sediento de despojar a Kolya de todo.

«Leviatán» es la cuarta película del aclamado director ruso Andrey Zvyagintsev y trata, en su historia grande, de la capacidad de destrucción de los poderosos. Razona sus tiempos de actuación, sus instrumentos y debilidades.

Pero si «Leviatán» es una película mayor, una de las mejores de 2014, es porque contiene también una historia pequeña que disecciona la relación familiar y social con una sagacidad apabullante.

El animal varado es por momentos metáfora del político Leviatán. Lo es de la mujer, atrapada en un papel que se le pretende secundario, sin elección, con la pata rota atada a la cama. Lo es del adolescente. Del mundo rural en vías de aplastamiento. Del abogado legalista. De un país que abandonó un régimen, del que preserva estatuas y tics de comportamientos sociales. De un mundo en el que el ansia de posesión y despojo crece críticamente.

Y aún no es suficiente. «Leviatán» es mayor, decía, porque las escenas duran exactamente lo que deben para que se desarrolle el argumento y para crear una impactante incertidumbre que hace ansiar la siguiente escena. Es decir, el ritmo adecuado dentro de un guión magnífico.

«Leviatán» cuenta con el armazón musical de un Philip Glass absorbente y clásico. Una luz y una fotografía hipnóticas. El color. El paisaje gris de la tundra, el blanco del calcio óseo, el azul marino. Una naturaleza y un océano grandiosos. Las actuaciones de un grupo de actores sensacionales, la belleza de Elena Lyadova.

«Leviatán» es contemporánea y ya clásica, íntima y épica en la lucha desarmada contra un enemigo muy superior, cautivadora y emocionante, poética y perturbadora.

Excelente.

Inaki Lancelot

 
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