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  Difret
 

MATRIMONIO POR RAPTO

«Difret»
Director: Zeresenay Berhane Mehari
Nacionalidad: Etiopía
Intérpretes: Meron Getnet, Tizita Hager
Estreno: 13 de febrero de 2015.

No es habitual la llegada a la cartelera española de una película africana, menos aún si no procede de un país mediterráneo. Sólo por ello es ya motivo de alegría el estreno en las salas de la película etíope «Difret».

Merece reflexión aparte que difícilmente se hubiera cumplido este hecho de no haber contado con el apoyo en la producción de una actriz mundialmente famosa como es Angelina Jolie. Del mismo modo que apena la casi imposibilidad de un cine africano ausente de mecenas occidental, es de agradecer esta orientación encontrada por una archibillonaria para sus caudales.

«Difret» es una película de denuncia que contiene las virtudes y defectos que pueden asociarse a su procedencia mixta. Tiene un muy buen nivel técnico e interpretativo, el guión fluye con claridad y aborda un argumento atractivo. También se dirige imperiosamente abocada hacia un final feliz y no puede evitar cierta altivez en su mirada hacia el mundo rural.

Según se relata, frente a la modernidad de Adís Abeba, en una comarca en la que la distancia a la capital del país se contabiliza en tiempo de desplazamiento – tres horas –, persiste una aberración llamada matrimonio por rapto. La justicia es impartida por un consejo de ancianos que considera la violación como una tradición no punible y aquella joven que se resista debe ser degollada sumadísimamente.

«Difret» relata un caso real que alcanzó repercusión mediática gracias a la labor de una ONG de abogadas enfocadas hacia la defensa de la mujer, inmersa en una desigualdad inaceptable. El caso abrió la puerta al sometimiento de la costumbre tribal frente a la legislación del país e incluso llegó a costarle el puesto a otro ministro de justicia.

La primera película de Zeresenay Berhane Mehari está rodada en celuloide y es la cuarta de la historia del país filmada en 35 mm. Los personajes se expresan en amárico, el idioma de mayor implantación estatal y, sin abusar de ello, permite que vislumbremos la belleza de un entorno preservado tanto de lo bueno como de lo malo del desarrollo global.

A su origen periférico debe una escena asamblearia digna del mejor Ken Loach. El juicio del pueblo, donde quedan sintetizados los distintos pareces y posibilidades de cada familia interviniente. Claro y conciso resumen del estado de la cuestión.

Los hechos señalados sucedieron a partir de 1996. Al año siguiente del nombramiento como primer ministro del socialdemócrata Meles Zenawi, quien retuvo el puesto hasta su muerte hace tres años. Había sustituido como presidente en 1991 a Mengistu, quien durante diecisiete años había situado a su país en el bloque de la URSS durante la guerra fría. Antes, Hailé Selasie, había liderado un reino cuasi feudal desde la segunda guerra mundial. El film refleja la apertura legislativa y social que avanza. Ojalá sea cierto, ojalá más deprisa.

No obstante, siempre cabe una recomendación para ver las cosas desde el otro lado. Preguntarse qué experimenta una niña del mundo rural, nigeriana en este caso, cuando viene a Europa. Es insuperable la escena de «Princesa de África» en la que la protagonista descubre la mendicidad. No conviene olvidarlo.

Inaki Lancelot

 
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