InakiLancelot
  Le fils de Jean
 

SUPERACIÓN DE CONVENCIONES

«Le fils de Jean»
Director: Philippe Lioret
Nacionalidad: Francia
Intérpretes: Pierre Deladonchamps, Gabriel Arcand, Catherine de Léan, Marie Thérèse Fortin
Estreno: 7/4/17


La aparición de una infidelidad matrimonial
en el cine clásico abocaría a un argumento de pasiones intensas, venganzas e incluso crímenes. Pero la sociedad ha evolucionado. Así que la octava película de Philippe Lioret no trata de ninguna ruptura matrimonial, no carga culpas sobre el marido infiel, no dramatiza con una, dos o varias vidas arruinadas.

El adulterio existió. No fue un romance de largo tiempo sino una pasión intensa y corta sesgada por la obligación de regresar a la vida construida hasta entonces. La esposa nunca supo.

Más aún, no vemos los hechos desde el punto de vista de la pareja. Tampoco de la tercera en discordia. Sino desde la mirada del hijo no reconocido que nació y creció sin conocer a su progenitor. Quien no desconocía su origen extramarital porque no se le ocultó la realidad.

Tampoco carga Lioret las tintas sobre el posible filón sensible del niño abandonado. Al contrario, adopta el tono exacto para mostrar que obviamente, aquel niño tendría dificultades económicas y debilidades afectivas como cualquiera, o incluso algunas más. Estas no se revelan en pantalla. Se adivinan, como tanta otra información se transmite en este medido guión que comunica implícitamente, dando espacio al espectador.

El niño se ha convertido en adulto. Ha organizado una vida que transcurre apacible cuando, repentinamente, el padre necesita darle algo material. Claro que podría haberse ocupado antes de ayudar económicamente a la madre. Quizá lo haya hecho. Ello ahora no importa. Ahora, quiere hacer algo por su hijo y sabe que un empujón monetario le viene bien a cualquiera si se entrega con respeto.

Es entonces cuando descubrimos la revolución emocional que experimenta quien descubre que tiene un padre, familia y una serie de hermanos. Quien pasa a sentirse menos solo. Quien reacciona desde la emoción y no desde el intelecto en busca de esos compañeros hasta entonces ausentes.

Junto a la contención de Lioret, llevan esta obra a gran altura las actuaciones de Pierre Deladonchamps, el hijo ya adulto, y el espléndido Gabriel Arcand. Un actor que modula su mirada espléndidamente para transmitir sentimientos al espectador con gran elocuencia. En la escena final, que abre la puerta a nuevos encuentros, a un cambio brusco en las vidas de los personajes, destaca el vistazo de quien es capaz de mostrar en el mismo gesto sostenido tanto nostalgia por lo no vivido como amor o culpa. Incluso un adiós posiblemente definitivo. No se olvida fácilmente esa mirada.

Al conjunto aportan y mucho Catherine de Léan y Marie Thérèse Fortín. La segunda en su papel de descubrir y medir. La primera aportando frescura, encanto, belleza a raudales y capacidad de conexión personal.

Lioret ha aportado un punto de vista diferente a un tema muy tratado en el cine. Ha construido una serie de figuras totalmente creíbles. Adecuando el ritmo a las vivencias de los personajes. Captando la atención del espectador y realizado escenas tan sensibles como exentas de manipulación emocional y llenas de verosimilitud. Completando un film maduro, tolerante y personal.

Inaki Lancelot

 
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