InakiLancelot
  Vidas pequeñas
 

NO QUIERES QUE TE TOQUE A TI

Vidas pequeñas
Director: Enrique Gabriel
Nacionalidad: España
Intérpretes: Ángela Molina, Emilio Gutiérrez Caba, Ana Fernández. Roberto Enríquez, Alicia Borrachero, Alicia Sánchez, Pepo Oliva, Asunción Balaguer, Txema Blasco, Yohana Cobo 
Estreno: 26/11/10 y Seminci 

Cuentan que la noción de intrahistoria data de principios del siglo pasado, de aquel Miguel de Unamuno que cuestionaba la importancia de las fechas de las batallas para definir la historia. En su lugar, y para comparar las diferentes épocas, se introducían conceptos como la calidad de vida del pueblo llano. 

2009 se recordará como el año de la mayor caída del PIB en España en varias décadas, el año en que la jerga económica arrebató su lugar a la poesía. Detrás de tan opaca magnitud se encuentran multitud de pequeños seres humanos que no nadaban en la supuesta abundancia de los tiempos ya antes de la crisis. A estas componentes de la intrahistoria contemporánea dedica Enrique Gabriel su quinta película, “Vidas pequeñas”. 

Rodada entre 2004 y 2007, la premonitoria trama no pudo ver la luz de la salas comerciales hasta finales de 2010 cuando ya parecía menos osado decir que había algunos a los que les iba injusta y rematadamente mal. Y para encontrarlos no era necesario salir de la capital del que se llamaba erróneamente milagro económico español. 

Enrique Gabriel es un director argentino afincado en España que ya destacó por su sensibilidad social en su segunda película “En la puta calle”, de 1998. Pese a no ser conocido por el gran público, goza de una buena imagen dentro de la profesión, lo que le permitió contar para “Vidas pequeñas” con un plantel de actores muy destacable y muy por encima de los escuetos elencos que completan las producciones actuales. Sus actuaciones son lo mejor de esta obra coral. 

La creación que realizan Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba de dos escritores malditos, tan cultivados intelectualmente como derrotados por la enfermedad, el tedio o la aversión al éxito, e igualmente capaces de entregarse al amor más desinteresado, resultan las más creíbles. 

Pero el protagonismo de la cinta lo ostentan Ana Borrachero, en el papel de mujer que siempre trabajó, fue madre precoz y vela con gran preocupación el destino de su hija, Yohana Cobo, y Roberto Enríquez, el más contenido en su expresión y, sin embargo, el que mayor desasosiego causa en la memoria del espectador por su brillante composición sobre las dudas y miedos que atenazan el desarrollo personal. 

Junto a los personajes que ya nacieron en las laderas, surgen otros que van quedando en el tamiz de una sociedad competitiva que le ríe las gracias a quien goza del efímero reconocimiento y se regodea en su posterior y segura derrota para hacer leña del árbol caído. Quedan representados por Ana Fernández, quien combina distinción inicial y abatida desolación una vez arrastrada a la vida en la roulotte. 

Enrique Gabriel ofrece una versión de la dureza de la vida en la gran ciudad y de los efectos secundarios de nuestro sistema económico, el que apuesta por la mejora continua y la liberación (qué mal empleado este término) de las cadenas a la competencia. Lo hizo unos años antes de que empezara a suceder lo que nos está cayendo encima. Quizá por ello no encontró fácil distribución. Es mejor que no sepamos. Es mejor si no nos preguntamos. Es mejor si reímos mientras corremos agrupados hacia el acantilado. 

Inaki Lancelot

 
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