InakiLancelot
  Amour
 

DESDE EL BALCÓN DE LA VEJEZ 

«Amour»
Director: Michael Haneke
Nacionalidad: Francia
Intérpretes: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva e Isabelle Huppert
Estreno 11/1/13

La décima película de Michael Haneke es un drama conmovedor acerca del amor. En realidad, el más completo que creo haber contemplado.

Porque si en el tipo de cine más convencional, el argumento acaba cuando el amor comienza y la realidad del día a día posterior es soslayada por un cartel de fin sobre fondo de violines, en esta gran película, el amor adquiere su sentido pleno en la etapa final de la vida, en la vejez.

Cuando las arrugas de la piel sólo esbozan el final del camino y a la persona le queda ya cerca sólo su pareja, el afín con quien comparte vivencias comunes, desencuentros y ante el que resulta más complicado contener la impaciencia.

Haneke sitúa a su personaje central, protagonizado por Jean-Louis Trintignant, en el balcón de la vejez, cuando más nítidos llegan los recuerdos de la infancia y mayor trascendencia adquieren los más sencillos gestos percibidos de los progenitores en sus clases de introducción a la vida. Una atalaya desde la que divisar toda una vida pasada. Cuando resta un mundo desconocido acantilado sobre ningún sustento.

La grandeza de esta cinta es la forma en que permite al espectador reconstruir dicha existencia pasada sin darle una información cerrada, transmitiéndole fundamentalmente en el ámbito emocional. Creando personajes que aúnan virtudes y defectos imposibles de no apreciar en uno mismo.

Manteniendo un ritmo pausado que permita ir asimilando tanto lo que se ve en pantalla como lo que no. Exponiendo una evolución lenta en lo físico, demoledoramente vertiginosa en lo afectivo.

Rodea a los dos personajes centrales (interpretados con excelencia) de un grupo de cercanos que definen la evolución de nuestra sociedad, desde la familia numerosa hacia los múltiples modelos familiares. Y deja un poso amargo la observación de que podamos estar virando desde un enfoque artístico hacia otro crematístico, desde el afán por dejar las cosas bien hechas hacia el oportunismo.

Haneke expone con maestría un argumento central perfectamente elaborado y el espectador sale del cine concienciado de lo que suponen la vejez y la enfermedad, el tema central de la obra, pero no único. La meticulosidad en la creación de la escena y el personaje, hacen que al recordar la película, surjan nuevos temas laterales relatados con auténtica sabiduría.

Nos deja cierta tristeza. Es natural porque no es un relato optimista. Tampoco negativo. Sólo es... sencillamente sensacional.

Inaki Lancelot
 
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