InakiLancelot
  La torre de Suso
 

LA GRAN PELÍCULA DE ASTURIAS Y DEL FINAL DE LA TREINTENA

«La torre de Suso»
Director: Tom Fernández
Nacionalidad: Española
Intérpretes: Javier Cámara, Malena Alterio, Mariana Cordero, Emilio Gutiérrez Caba,
Gonzalo De Castro, Fanny Gautier, César Vea, José Luis Alcobendas
Estreno: 2007

Tom Fernández realiza en su primera película como director un homenaje en forma de comedia a su Asturias natal realmente entrañable.

Los noventa minutos de metraje le dan juego para mostrar multitud de elementos con una preciosa sensibilidad que demuestra que sabe bien de lo que está hablando.

La película exuda aprecio por el terruño y sus gentes al mismo tiempo que exhibe la extrañeza que siente quien partió y regresa de visita ante las costumbres de un mundo tan atractivo como paralizante. Un mundo que le termina agobiando y del que escapa, quizá por delirios de grandeza, quizá por pura necesidad.

Tom consigue, a ritmo de carcajada, mirar en el interior de una buena serie de personajes, para mostrarnos tanto lo atractivo como lo repulsivo de sus personalidades. Con una capacidad de introspección digna de la mejor comedia, denuncia los hechos más graves con la sonrisa en la boca. La que provoca hilaridad y buen ambiente, mientras queda un halo de tristeza y preocupación por las verdades que se van asumiendo.

El debutante director borda la descripción de un ambiente local que demuestra conocer perfectamente, mientras el espectador concluye que está presenciando cuestiones universales que trascienden mágicamente el enfoque de partida.

El principal apoyo del film es la gran actuación de Javier Cámara, excelente en su capacidad tragicómica. Junto a él, un coro de amigos formado por tres magníficos actores, porque la amistad en la veintena es el primero de los temas abordados. En este campo, la valentía con la que se describen las relaciones es encomiable y uno de los grandes aciertos de un film que no idealiza nunca, sino que retrata lo positivo y lo negativo con realismo, siempre desde el aprecio y un punto de vista positivo.

Malena Alterio derrocha simpatía a raudales en su encarnación de la joven rural anclada y sin perspectivas. Aporta rapidez mental a unos diálogos cuya elaboración recuerda a las mejores comedias clásicas. De hecho, el guión está lleno de frases realmente afortunadas, que contribuyen a que la acción se desarrolle ágilmente, mientras transmiten la información con gran capacidad sintética.

Mariana Cordero y Emilio Gutiérrez Caba aportan credibilidad a unos secundarios fundamentales para transmitir la segunda cuestión tratada en esta película. Las relaciones familiares en la España de los 80’ en un entorno rural, donde existe una separación radical entre la vida de los hombres y la de las mujeres. Los primeros trabajan “para que a los suyos no les falte de nada” y exprimen el tiempo de ocio en el bar junto a otro hombres y botellas (aquí) de sidra. Las segundas “pasan el día solas en casa para que por la noche se cuele en su cama un hombre” que resulta ser su marido.

Un tercer tema, y nos encontramos en un área del norte de España que sufrió la recesión industrial con gran virulencia, es el terrible papel de la heroína, que se llevó a un elevado número de jóvenes. Algunos que destacaban por su bondad o su inteligencia, otros por las ganas de experimentar, otros por su espíritu gregario o su ingenuidad,… El protagonista que da nombre al título del film es uno de ellos.

Finalmente, Tom Fernández, que contaba en torno a 36 años al estrenarse el film, nos muestra a un adulto que salió de casa de joven, que ahora ya ha organizado su vida y regresa para, de repente, enfrentarse a quien él mismo fue. Y es una interesante posibilidad la de irrumpir repentinamente en la habitación que uno tuvo cuando contaba con 16 años y contemplarse. A nuestro personaje le sucede que ha evolucionado y no se reconoce en lo que le dicen que decía. ¡Qué gran acierto del director este reflejo de uno mismo que crece y deja de ser quien fue! ¡Qué recuerdo al mito del eterno fluir!

Al tiempo, se siente su malestar cierto por no haber sido un hijo modélico, mientras de fondo cantan los Stukas, el gran grupo asturiano de los 80. Llueve, se adivina Mieres, se sirven culines y los pozos mineros toman el nombre de Santiago. Se escucha “Prefiero seguir enamorada de ti a mi manera”, el albañil, el profesor y el vaquero apuran los sinsabores cotidianos… y todo cobra sentido si al final alguien inaugura una sidrería a la que pone por nombre “La torre”. Una torre con forma de castillete de pozo minero desde la que observar las cosas desde arriba, por una vez con altura de miras.

La que ha guiado a Tom Fernández en su gran debut. El que ha dedicado “a su familia, a quien se fue y seguirá siempre con nosotros y a la familia que estuvo sin estar”.

Grande Tom. Gran película.

Inaki Lancelot

 
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