Lo habitual sería creer que un médico danés, cooperante en algún país africano donde la depravación campa a sus anchas, siente que llega al cielo cuando regresa a casa. Aunque sólo fuera por oposición a la perversión reinante en su destino profesional, sería común darlo por sentado. También bienintencionado… y desmesuradamente erróneo.

Desde aquel poblado de negros indefensos inmerso en la aridez que se nos presenta con aire algo caricaturesco, los períodos de descanso en su país sólo podrían ser viajes hacia un mundo mejor. Y, sin embargo, la violencia subyacente de la sociedad perfecta se entremete en las emociones en formación de un adolescente, casi su propio hijo, que la interioriza hasta hacerla un solo cuerpo con su razón incipiente. Creando una personalidad terrorífica.

«En un mundo mejor» o «Venganza», en traducción más literal del original danés, habla de la violencia explícita en áreas sin ley y de la implícita en las más avanzadas. Se apunta al género del terror psicológico para retratar los males ocultos de una sociedad, formada por familias de corta extensión y gran dedicación profesional, uniones efímeras y orfandades por muerte o por abandono.

La ganadora del Oscar a la mejor película no angloparlante de 2010 trata de la debilidad en la adolescencia y la necesidad de modelos cercanos. De la superación del dolor y la necesidad del perdón y la empatía. En un medio en el que, visto desde el sur, siempre se echa de menos, más calor en la expresión de los afectos.

E introduce con gran sensibilidad ese concepto del velo de la muerte que se abre sólo por momentos y que habitualmente cerrado nos permite soñar con la eternidad.

Inaki Lancelot