Patricia Ferreira dirigió la excelente Para que no me olvides, en 2004. Pienso que es el mejor relato sobre la pérdida que yo he contemplado. Al mismo tiempo, introducía un aprecio y admiración sobre la primera juventud que revelaban su especial sensibilidad con esta edad. A la que regresó en Los niños salvajes, en 2012. 

En torno al mismo 2004, trataba la infancia menos afortunada en el mediometraje El secreto mejor guardado, y en 2010 ampliaba su esfera de atención a la mujer, en el documental Señora de. 

Todos estos temas están presentes en la comedia Thi Mai, rumbo a Vietnam. La mujer subyugada, en la piel de Adriana Ozores, cuya gran actuación brilla aún más si uno hace cuenta de sus papeles anteriores, tan diferentes. Por ejemplo, la fortaleza de aquella Heroína de Gerardo Herrero. En mi opinión, ella es lo mejor de Thi Mai. 

También la pérdida en la piel de Carmen Machi y la familia ampliada, que cumplía Marta Etura en Para que no me olvides, y Dani Rovira y la niña del título, aquí. 

Añadiendo ahora la burocracia presente en las adopciones internacionales, si bien con un tratamiento ligero lejos de denuncias tipo Holy Lola, de Tavernier. Y también la reelaboración en la madurez, en el personaje de Aitana Sánchez Gijón.

El conjunto lo afea la excesivamente folklórica aproximación sobre Vietnam, desde una superioridad trasnochada e injustificada.

Inaki Lancelot