InakiLancelot
  El árbol de los zuecos
 

EL MUNDO RURAL A FINALES DEL SIGLO XIX 

«El árbol de los zuecos»
Director: Ermanno Olmi
Nacionalidad: Italia
Estreno: 29/3/79

Ermanno Olmi anunció durante el último Festival de Cannes su despedida del cine de ficción. La Filmoteca Española ha querido homenajearle con una amplia retrospectiva durante los meses de marzo y abril. Noticias obreras se suma a la celebración recordando unos de los films decisivos de este director italiano, clave en el desarrollo histórico del cine social y religioso. 

“El árbol de los zuecos”, ambientada en la parte final del siglo XIX, es la contribución del director italiano al fresco de la historia de Italia que después continuarían otros eximios realizadores. Entre ellos Bertolucci y Giordana, quienes con “Novecento - 1900 y “La meglio gioventù” abarcarían todo el siglo XX. 

Ermanno Olmi evita una visión elegíaca al modo de “Lo que el viento se llevó”, o de épica por la emancipación como en “Novecento”. En “El árbol de los zuecos” retrata con aire documental la rutina diaria de una finca rural. Lejos del relato de acontecimientos icónicos del pasado, expone los detalles cotidianos sin tomar partido, los que hoy condenaríamos y los que añoramos. Todo ello, apoyado en un elenco de actores no profesionales, habitantes actuales de las zonas retratadas. 

Contemplamos las penalidades de una población que pertenece con el mismo título de propiedad que los animales o los bienes materiales a un señor, que no conoce la luz artificial o el agua corriente, que nada posee. Al mismo tiempo, las caras de esos habitantes reflejan felicidad, y los niños crecen con naturalidad escuchando cada noche los cuentos del abuelo. El espacio en que se desenvuelven es amplio, muy alejado de la estrechez de las casas repletas de posesiones de este libre siglo XXI. 

El film refleja unas condiciones de vida duras, soportables gracias a la magnífica capacidad de adaptación del humano, y a la fundamental presencia de la religión. El representante eclesial aparece en todos los momentos importantes: los partos (en los que sólo ayudan las demás vecinas), la formación de los hijos, las bodas de novios vestidos de negro, las disputas…, y el agua bendecida es eficaz remedio frente a las enfermedades del ganado. “Dios aprieta pero no ahoga”, transmite Olmi, cuya punto de vista lo erige en uno de los realizadores clave del cine espiritual. 

En su parte final, la cinta sitúa la acción en el contexto global del país. Un viaje de novios culmina en un convento de Milano atestado de niños en acogida. El régimen feudal ya desapareció en la gran ciudad, donde la vida es muy diferente. Las construcciones son de mayor envergadura, las ropas de otro corte…, y en las calles hay revuelta juvenil. 

“El árbol de los zuecos”, dotada de una gran factura visual, fue galardonada con la Palma de oro de Cannes en 1978. La cadencia del guión es más propia del sosiego de aquellos años que del vertiginoso ritmo del cine actual. Para mantener la acción se alía con la brevedad de las tomas, la vistosidad de las fiestas y el impacto de las escenas con el ganado. Ello permite una contemplación detallista. Provoca el gozo del espectador ante la mirada de despedida, henchida de sinceridad, que se dirigen mutuamente una madre y su hija recién casada. Esta imagen contiene al tiempo alegría por la labor bien cumplida, tristeza por la compañía perdida, desasosiego ante lo desconocido, deseo ante un atrayente porvenir. 

Al término de la proyección, uno es más sabio, porque conoce más del tipo de vida de una época pasada, y porque puede preguntarse si efectivamente hemos avanzado en todos los frentes para ser más felices o quizá nos estemos dejando algún punto importante en el camino. 

Inaki Lancelot

 
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