InakiLancelot
  Las nieves del Kilimanjaro
 

COMPROMISO ESPERANZADOR

 

«Las nieves del Kilimanjaro»

Director: Robert Guediguian

Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Anaïs Demoustier

Nacionalidad: Francia

Estreno 2011

 

Cuando hubiéramos querido que el siglo XXI, tras los grandes avances tecnológicos del anterior, fuera el del hombre libre ayudado por máquinas para la resolución de las labores más pesadas, Robert Guediguian muestra la terrible actualidad de la novela social del XIX que representaron Charles Dickens o Victor Hugo.

 

Las palabras del literato francés y el argumento de su obra «La gente pobre» se acomodan como un guante a la realidad descrita en la Marsella actual, en la que conviven la necesidad y el acomodo económico. Y ello sin que haga aparición la figura del inmigrante.

 

En «Las nieves del Kilimanjaro», sólo aparece la gente de a pie, sin que se le dedique la menor atención a quienes cierran fábricas y expulsan al paro a los protagonistas. La situación es muy diferente para quienes con más edad obtienen una justa y acomodada jubilación que para los jóvenes que no terminan de acceder al mercado laboral.

 

Víctimas todos quizá, finalmente en lucha por salir adelante, cada uno con sus necesidades y su propia razón. De hecho, sólo el personaje absorto en su trabajo por el estatus que le proporciona carece de justificación en el film.

 

Tras este planteamiento, Guediguian escoge la vía humanista, poniendo un emotivo énfasis en el valor de la amistad y en la capacidad de compromiso por algunos seres ejemplares cuya visión transciende lo individual.

 

De fondo, transmite con precisión la encrucijada de la madurez, la del choque con la realidad en que uno ha devenido frente a las ilusiones que proyectó. Y lo hace apoyado en el romanticismo decadente del malecón de Marsella y en el amor experimentado y sereno, mientras Joe Cocker canta «Many rivers to cross».

 

La esperanza en un mundo mejor la sitúa siempre en la niñez, en las criaturas vulnerables que merecen protección y sacrificio. Y en el lado negativo, apunta a los orígenes de la delincuencia.

 

Guediguian nos regala la imagen creíble del abrazo entre dos amigos, conmovedora, y promesa de la posibilidad de toda reconciliación. Inmersos en el desasosiego contemporáneo, nos lega una militante invitación al utopismo humanista maravillosamente vigorizante.

 

Inaki Lancelot

 
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