InakiLancelot
  Los caballos de Dios
 

DESOLADORA 

«Los caballos de Dios»
Director: Nabil Ayouch
Nacionalidad: Marruecos
Intérpretes: Abdelhakim Rachid, Abdelilah Rachid, Hamza Souidek, Ahmed El Idrissi El Armani
Estreno: 3/7/15

El recurso del travelling, esa cámara que sobrevuela a vista de pájaro un escenario amplio, impresiona siempre gratamente y engrandece la belleza de lo observado. Incluso se han grabado series televisivas con imágenes tomadas desde helicóptero sobre el entorno físico de las comunidades autónomas.

Pero siempre existe quién se apoya en herramientas conocidas para descubrirles un nuevo uso. En este caso, el director marroquí Nabil Ayouch, quien en «Los caballos de Dios» ha cruzado Casablanca para deslizarse a ras de suelo sobre una colonia de infraviviendas en los suburbios. La combinación entre el vértigo de la altura y el deterioro contemplado causa una sensación aguda. La pura desolación.

Cuando la cámara aterrice, nos adentrará en la rutina de unos adolescentes vivaces, que estrechan lazos de amistad en un entorno difícil y competitivo, el cual presagia muy mal futuro para ellos como adultos. El fresco realizado sobre el lugar es fantástico. Huele a tierra y se nubla la vista por el polvo levitando en tan árido y seco lugar. Se siente en carne propia la incertidumbre de que al siguiente paso surja el peligro. Los  personajes, niños y adultos, son cercanos y creíbles, detestables algunos, poliédricos todos.

A mitad de película, el argumento gira. Llegan imágenes de fuera del mundo cerrado en que nos hemos movido. Caen las torres gemelas. Los personajes, unos gradualmente y otros de súbito o fuera de campo, se transforman. Visten de otra manera. Hablan con nueva entonación. El cambio de registro revela una fantástica dirección de actores. Su conversión trasciende la pantalla y nos arrastra.

Surge un nuevo orden, se siente en carne propia su atractivo como alternativa ante las injusticias sufridas. Aunque se presagia un reverso peligroso tras la cara amable, su llamada es fascinante. Nos vamos sumiendo junto a los personajes en su esperanza onírica, en su vida dentro de un sueño.

«Los caballos de Dios» transcurre ligera, sin sobresaltos, refiere los hechos y la evolución con naturalidad. Está ilustrando los orígenes del atentado de la casa de España en Casablanca, sucedido en 2003. Murieron cuarenta y cinco personas, doce de ellas eran suicidas.

Ayouch refleja la herida surgida dentro del Islam, la creciente polarización. Cómo la división alcanza las uniones antaño más intensas. Y lo peor es que tras la magnífica exposición, es difícil avistar la solución a corto plazo. Aunque hable del pasado, sugiere mucho dolor futuro.

No es para espíritus sensibles esta excelente película. Es una llamada a la comprensión, al análisis, a la toma de conciencia y de responsabilidad frente a fanatismos, extremismos, simplezas, manipulaciones y malos gobiernos.

Inaki Lancelot

 
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